En el siglo XXI, varios enfoques de la arquitectura han aparecido en respuesta a los crecientes problemas y necesidades del mundo actual. Algunos han surgido como procesos colaborativos con los campos de la ciencia y la tecnología, como la domótica, la biofilia o la neuroarquitectura.
Neuroarquitectura es el nombre dado a una forma de diseñar espacios siguiendo postulados derivados de las neurociencias. Según la investigación neurocientífica, el medio ambiente afecta nuestro desarrollo y rendimiento cerebral. Estos hallazgos han alentado a los neurocientíficos y arquitectos a trabajar en la creación de entornos que puedan reducir el estrés, mejorar la capacidad cognitiva, estimular el comportamiento positivo y promover el bienestar general.

En 2008, el University College London (UCL), la Unidad de Neurociencia Computacional Gatsby y el Wellcome Trust unieron fuerzas para crear un centro de investigación en Londres que no solo alojara a una diversa comunidad científica, sino que estableciera un nuevo estándar para futuros laboratorios en todo el mundo.[1] También querían forjar una nueva cultura en la que los científicos experimentales y teóricos pudieran hablar constantemente para resolver la pregunta: ¿cómo induce el cerebro el comportamiento?
Las tres partes acordaron comenzar con un proceso de selección para encontrar al arquitecto que pudiera llevar a cabo su visión. A este llamado acudieron importantes firmas de arquitectos de Europa con sus propuestas, sin embargo, el ganador fue el arquitecto británico Ian Ritchie, quien paradójicamente no presentó ningún boceto o maqueta. Ritchie se limitó a explicar que el proyecto debía partir de un proceso de investigación; algo que a pesar de los extra-costos y demoras que implicaba, los clientes aceptaron con entusiasmo.


Los financiadores no escatimaron a la hora de crear el edificio, ya que su deseo era avanzar y liderar en su campo, lo que implicaba que no debían limitarse a reproducir modelos de laboratorios construidos en el pasado sin evaluarlos primero. Y es que el edificio no era visto simplemente como el contenedor del equipo de investigación, sino que adicionalmente era una herramienta para el logro de sus objetivos: la construcción debía proporcionar a los científicos un ambiente que ayudara a incrementar su creatividad y, por ende, su productividad.
Cabe mencionar que el progreso en ciencia depende en gran parte de la creatividad de los científicos y su capacidad para producir nuevas ideas.[1] Los grupos de neurocientíficos que acompañaron el proceso de diseño de principio a fin, tenían muy claro que el edificio debía ayudar a modificar ciertas actitudes y comportamientos de los equipos si querían cambiar la cultura. El edificio debía asegurar que los diferentes individuos tuvieran que interactuar lo que implicó para el arquitecto desafiar las costumbres y preferencias de algunos directores de trabajar como monjes en aislamiento.
“Colaborar con personas de diferentes disciplinas permite a las personas creativas abordar las preguntas desde nuevas perspectivas, y la mayoría de las innovaciones científicas surgen del pensamiento conjunto.”
Sainsbury Wellcome Centre
El proceso de investigación duró un año, siendo el primer lugar visitado por Ian Ritchie y sus compañeros el Salk Institute en La Jolla, San Diego, California; que es además la sede de la Academy of Neuroscience for Archicteture (ANFA). Este instituto es reconocido no solo por sus programas de investigación, reconocimientos científicos y seis premios Nobel, sino también por su emblemático edificio diseñado por el arquitecto Louis Khan entre 1959 y 1964.
En el próximo artículo nos enfocaremos en el proceso de diseño, comenzando por las visitas a los diferentes laboratorios y los posteriores talleres en los que participaron arquitectos, ingenieros y neurocientíficos; que sirvieron como herramienta para la toma de las decisiones finales del diseño y construcción.
[1] Neumann, C. J. (2007, February 16). Fostering Creativity. A Model for Developing a Culture of Collective Creativity in Science. Embo Press, 8(3), 202-206. https://doi.org/10.1038/sj.embor.7400913
[2] Ferry, Georgina., Neural Architects: The Sainsbury Wellcome Centre from Idea to Reality, Unicorn Publishing Group LLP, London, 2017, p. 29-35
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