¿Podrías compartir una ducha matutina con tu pareja, no por romance, sino porque el alcalde de tu ciudad te dijo que ayudaría a ahorrar agua? En Bogotá, en 2024, esta sugerencia se convirtió en realidad. Una sequía grave, intensificada por el fenómeno de El Niño, llevó al sistema de embalses de Chingaza a niveles históricamente bajos.
Al mismo tiempo, obras de mantenimiento en la planta de tratamiento de agua Tibitoc añadieron presión a un suministro ya comprometido. Las autoridades dividieron la ciudad en sectores y rotaron cortes de agua diarios entre los hogares. Las restricciones se mantuvieron hasta abril de 2025, cuando las lluvias recuperaron los niveles críticos de los embalses.
Durante meses, Bogotá vivió con tensión. Cubetas alineaban los baños. Las fuentes se silenciaron. Cada gota contaba. Llovía en Bogotá, pero no en Chingaza. La lección fue más allá de la incomodidad:

A pesar de ser una de las principales fuentes de agua para Bogotá, el embalse de Chuza, ubicado en el Parque Nacional Natural Chingaza, registró descensos alarmantes en 2024. El fenómeno de El Niño alteró los patrones de lluvia en toda la región y, con una precipitación históricamente baja, salió a la luz la frágil relación entre la conservación de los ecosistemas y el abastecimiento hídrico. Un mes lluvioso no fue suficiente para revertir la crisis.
Si el agua puede agotarse en una de las capitales más lluviosas del mundo, puede agotarse en cualquier lugar.
El cambio climático ya no es una amenaza distante. Está alterando la forma en que vivimos —secando nuestros ríos, inundando nuestras ciudades y exponiendo nuestros fracasos en el diseño urbano. Seguimos construyendo como si el agua fuera predecible, infinita e irrelevante.
Este artículo es tanto un llamado de atención como una visión:
¿Y si nuestros hogares, escuelas y ciudades fueran diseñados no para drenar el agua, sino para atesorarla?
De la sequía al diluvio: Un planeta fuera de equilibrio
Mientras el racionamiento en Bogotá, que concluyó en abril, en julio, el centro de Texas enfrentaba el desastre opuesto.

Tragedia en Texas Hill Country
El 4 de julio de 2025, tormentas implacables dejaron entre 25 y 50 cm de lluvia en partes de Texas en cuestión de horas. El río Guadalupe subió más de seis metros en solo 90 minutos, arrasando con campamentos, viviendas y puentes. Más de 120 personas murieron —incluyendo decenas de niños—, convirtiéndose en la inundación interior más letal en EE. UU. en décadas.
Esto no era impredecible. El centro de Texas, apodado “el callejón de las inundaciones rápidas”, es conocido por estas crecidas repentinas. Pero pese a décadas de advertencias, las comunidades no contaban con la infraestructura ni los sistemas de alerta necesarios para responder a tiempo. Las vidas se perdieron no solo por el agua, sino por la inacción.
Un Patrón Global de Extremos
Estos eventos no son aislados. Son síntomas de un desequilibrio global del agua:
- La lluvia desaparece donde se espera.
- Las inundaciones ocurren donde el agua escasea.
- Sequías y diluvios ocurren lado a lado.
Desde los ríos colapsando en la India hasta las calles desbordadas en Brasil, la crisis climática está desestabilizando nuestro recurso más vital.
El agua ya no es predecible. Llega en torrentes o desaparece sin previo aviso —y nuestras ciudades no están preparadas para ninguno de los dos escenarios.

Las temperaturas se dispararon en todo el continente, con muchas ciudades registrando máximas entre 38 y 40 °C. Desde Lisboa hasta Estambul, este calor extremo interrumpió la vida cotidiana, puso a prueba la infraestructura urbana y subrayó con urgencia la necesidad de adaptar nuestras ciudades al clima cambiante.


Olas de calor y fríos extremos
En Europa, otro patrón se hace evidente: el calor implacable. En el verano de 2025, las temperaturas alcanzaron cerca de 40°C en ciudades desde Estambul hasta Madrid. Artistas callejeros colapsaron en sus disfraces, aeropuertos como el de Marsella cerraron por incendios cercanos, y los residentes lucharon contra el peso insoportable de las olas de calor.
A pesar del sufrimiento, muchos gobiernos están reduciendo las políticas climáticas necesarias para evitar algo peor.
Mientras tanto, en un contraste impactante, la Patagonia argentina registró olas de frío récord. En julio de 2025, las temperaturas en localidades como Perito Moreno y Río Gallegos descendieron por debajo de -10°C, con fuertes nevadas y heladas. Esta divergencia climática simultánea revela la inestabilidad del clima global.
Las ciudades deben adaptarse ahora, antes de que estos extremos se conviertan en la nueva normalidad.


Lecciones antiguas: Lo que los muiscas sabían y olvidamos
Mucho antes del concreto y los desagües, la sabana de Bogotá era sostenida por un avanzado sistema de manejo de agua construido por los pueblos Muisca. A través de una red de canales, acueductos y humedales, trabajaban con la tierra —no contra ella— para regular los ciclos del agua en el altiplano.
Estos sistemas desaparecieron bajo el dominio colonial, reemplazados por enfoques extractivos diseñados para drenar y dominar el paisaje. Pero la fotografía aérea y la investigación arqueológica han comenzado a descubrir vestigios de esta infraestructura hidráulica próspera.
Hoy se cree que reconectar con estas prácticas ancestrales podría ofrecer a Bogotá —y a otras ciudades del mundo—planos sostenibles para la resiliencia hídrica.
El pasado no se ha ido. Está enterrado bajo nuestros pies, esperando enseñarnos a vivir de nuevo.

Repensando el agua en el diseño: Ciudades que trabajan con la lluvia
Para restaurar el equilibrio, debemos diseñar sistemas que trabajen con el agua, no en su contra. En todo el mundo, las ciudades están comenzando a replantear el papel del agua en la vida urbana.
A. Sistemas de Drenaje Sostenible (SuDS)
Los SuDS imitan los ciclos naturales del agua para gestionar la lluvia. Ejemplos incluyen:
- Jardines de lluvia: Cuencas plantadas que absorben y filtran el escurrimiento
- Bioswales: Canales vegetados que guían el agua por corredores verdes
- Pavimentos permeables: Materiales que permiten la infiltración del agua en el suelo
- Tanques subterráneos: Almacenamiento oculto bajo parques o plazas
En Londres, el agua de lluvia se recoge bajo microparques y se usa para regar la vegetación circundante. En Mansfield, el modelo de ciudad esponja introdujo más de 340 elementos SuDS, capaces de almacenar 58 millones de litros de agua para más de 90,000 personas.
B. El poder de los jardines de lluvia
Los jardines de lluvia son intervenciones a pequeña escala y baja tecnología con gran impacto:
- Absorben hasta un 30% más de agua que un césped típico
- Filtran contaminantes
- Recargan los acuíferos
- Fomentan la biodiversidad
- Enfrían el calor urbano
Transforman la lluvia en un sistema vivo —visible, bello y restaurativo.
C. Edificios que capturan la lluvia
Estrategias arquitectónicas para un diseño consciente del agua incluyen:
- Recolección de agua de lluvia en azoteas
- Dispositivos de primera descarga para desechar el escurrimiento inicial
- Filtración por etapas (sedimentos, carbón, UV)
- Tanques transparentes y sistemas visibles
- Elementos acuáticos interiores con fines sensoriales y educativos
En escuelas y hospitales, estas funciones pueden ser tanto calmantes como educativas —ayudando a los niños y pacientes a conectarse emocionalmente con el ciclo del agua.
D. Lecciones de tradiciones de Baja Tecnología
En zonas áridas como el desierto del Gobi o el Sahel, las comunidades han utilizado por siglos métodos tradicionales para atrapar y almacenar lluvia:
- Plantación de árboles para estabilizar el suelo y atraer humedad
- Barreras de piedra y pozos zai para recolectar escurrimiento
- Cisternas sin techo y terrazas para desacelerar la erosión
Estos sistemas ancestrales demuestran que el diseño inteligente no necesita alta tecnología, solo respeto por el lugar.
No nos estamos quedando sin agua —la estamos gestionando mal.

Pozos Zai en el Sahel: El ingenio ancestral para retener agua
Cada pozo, de entre 20 y 30 cm de profundidad, se cava en suelos compactados y degradados para capturar la escasa lluvia. Los agricultores los llenan con materia orgánica, lo que atrae termitas y mejora la infiltración. Cuando llueve, el agua se absorbe en lugar de escurrirse, rehidratando la tierra y aumentando los cultivos. Usada en las tierras secas del Sahel, esta técnica es un modelo de diseño resiliente, de bajo costo y adaptable al clima.
Una obsesión mal enfocada
Gastamos miles de millones en buscar rastros de agua en Marte, mientras descuidamos los sistemas que necesitamos para manejar el agua viva que nos rodea aquí, en la Tierra.
¿Qué dice de nosotros que busquemos gotas en planetas lejanos, mientras dejamos que nuestros ríos y embalses se sequen?
La exploración tiene valor. Pero también lo tiene la responsabilidad. Antes de colonizar las estrellas, debemos aprender a vivir sabiamente en el único planeta que sabemos que tiene agua y vida.
¿El agua de lluvia puede ser potable?
Sí—pero solo mediante un tratamiento y diseño adecuados.
El agua de lluvia puede ser limpia al caer, pero al tocar los techos recoge bacterias, contaminantes y metales pesados. Sin filtración, no es segura para beber. Sin embargo, con los sistemas correctos, se convierte en una fuente renovable y abundante.
El uso seguro del agua de lluvia requiere:
- Dispositivos de primera descarga para desechar el agua más sucia
- Filtros de sedimentos y carbón para eliminar partículas y químicos
- Filtración UV o nanotecnología para eliminar patógenos
- Tanques sellados y sombreados para almacenamiento
Una revisión de 2023 en Frontiers in Environmental Science destaca la importancia de diseñar sistemas en tres etapas: captación, transmisión y tratamiento. En el Reino Unido, los expertos desaconsejan beber agua de lluvia sin tratar, pero confirman que los sistemas filtrados son seguros y eficaces.
Cuando los edificios recolectan y purifican la lluvia en el sitio, se vuelven resilientes, sostenibles y educativos. El agua deja de ser solo un recurso y se convierte en una relación.

Lo que construimos, recordamos
Las inundaciones y las sequías no son opuestas, son recordatorios. Ambas nos advierten de lo mismo: hemos olvidado cómo vivir con el agua.
Pero, ¿y si recordamos? ¿Y si diseñáramos no para dominar el agua, sino para aprender de ella?
- ¿Y si cada escuela recolectara su propia lluvia?
- ¿Y si cada plaza enfriara el aire con fuentes filtradas?
- ¿Y si los edificios hicieran visible y compartido el ciclo del agua?
Se nos acaba el tiempo—pero no las ideas.
Diseñemos con el agua en mente antes de que desaparezca, o nos desborde.
Mensaje Clave
Sin agua, no hay vida. La escasez y el exceso generan inestabilidad y ansiedad. Debemos cambiar nuestra mentalidad —y nuestras prácticas de diseño—hacia la protección, visibilidad y cuidado del agua.
🌧️ ¿Qué podrías hacer tú, en tu hogar o ciudad, para tratar el agua lluvia, no como desecho, sino como un regalo vital de la naturaleza?
Referencias
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What is a rain garden? Benefits to Your Landscape Design. https://warelandscaping.com/resources/rain-garden/
Are we heading for ‘managed retreat’? Everything you need to know about floods. https://www.theguardian.com/environment/2025/jul/08/explainer-flood-risk-rising-around-the-world-what-can-we-do-to-adapt?utm_term=687207f74b9af38a46fd17081fb0775d&utm_campaign=SaturdayEdition&utm_source=esp&utm_medium=Email&CMP=saturdayedition_email
Explained: Extreme cold in Argentina’s Patagonia region. https://www.dw.com/en/explained-extreme-cold-in-argentinas-patagonia-region/a-69730974
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Fotografías aéreas revelan un complejo sistema hidráulico Indígena en Bogotá. https://eos.org/articles/aerial-photographs-uncover-bogotas-indigenous-hydraulic-system-spanish#:~:text=La%20desaparici%C3%B3n%20del%20sistema%20hidr%C3%A1ulico,hacerse%20ricos%20r%C3%A1pidamente%20con%20oro%E2%80%9D.