Sombras en la pared
Hace más de dos mil años, Platón imaginó a un grupo de prisioneros encadenados dentro de una cueva. Para ellos, la realidad no era más que sombras proyectadas en la pared: siluetas titilantes confundidas con la verdad absoluta. Solo cuando uno de los prisioneros fue liberado y salió a la luz del sol, comprendió que lo que habían visto no era la realidad misma, sino una proyección distorsionada de ella.
La alegoría de la caverna de Platón nos recuerda que la percepción nunca es directa. No vemos el mundo “como es”, sino solo a través de filtros, interpretaciones y limitaciones. Lo que llamamos realidad ya es una versión —parcial, construida, útil, pero incompleta.

Hoy en día, la neurociencia y la física repiten esta antigua intuición: la percepción es subjetiva, depende del observador y siempre está ligada a la mente que la experimenta. Lo que nos lleva a una pregunta tan urgente ahora como en tiempos de Platón: si todos habitamos diferentes versiones de la realidad, ¿qué significa decir que algo es real?
¿Qué es la percepción?
La psicología de la Gestalt nos mostró que el cerebro busca instintivamente patrones: agrupamos formas, separamos figuras de fondos y “completamos” partes faltantes. Esto nos ayuda a navegar la complejidad, pero también significa que lo que percibimos nunca es neutral; siempre es una interpretación. (Vea nuestro artículo sobre la Gestalt para profundizar en estos principios.)
Si nuestro cerebro completa lo que falta, ¿cuánto de lo que vemos es realmente externo y cuánto es una invención de la mente?
La cultura, la memoria y la emoción influyen en este proceso, de modo que ninguna persona construye la misma realidad que otra. Para algunos, un espacio puede sentirse tranquilo y acogedor; para otros, sobre estimulante. El entorno puede ser idéntico, pero la experiencia personal no lo es.
Ejemplos cotidianos nos lo recuerdan: las ilusiones ópticas revelan los atajos del cerebro; en una fiesta, puedes distinguir tu nombre entre el ruido (el “efecto del cóctel”); bajo estrés, los minutos parecen interminables, mientras que en la alegría, las horas se desvanecen. Las mismas condiciones —luz, sonido, tiempo— se experimentan de manera diferente según el observador.


Y sin embargo, en el Louvre hoy muchos ven solo un pequeño retrato tras un vidrio, rodeado de multitudes. La misma pintura, dos realidades: una moldeada por el arte, la otra por la experiencia.
El caso de la Mona Lisa
Pocas obras de arte ilustran esto mejor que la Mona Lisa de Leonardo da Vinci. Durante siglos, la pintura ha sido celebrada como la cumbre del genio artístico. Sin embargo, cuando muchos visitantes finalmente la ven en el Louvre, su reacción resulta anticlimática: un retrato pequeño, detrás de un vidrio, rodeado de turistas y teléfonos móviles.
¿Por qué el contraste? Un crítico, formado durante años en la técnica de Leonardo, puede percibir una sutileza magistral, capas de simbolismo y profundidad psicológica. Un turista, empujado entre la multitud, puede ver solo exageración. Ambas experiencias son válidas —y ambas están moldeadas por el contexto y la expectativa.
La pintura no ha cambiado en 500 años. Lo que cambia es la mirada del observador. La realidad no es simplemente lo que está en la pared; es lo que ocurre entre el objeto y la mente que lo contempla.
Si dos personas ven la misma pintura, pero salen con reacciones opuestas, ¿cuál de ellas ha visto la realidad?
Neurociencia: La realidad como una “alucinación controlada”
La neurociencia moderna lo confirma. Como explica el profesor Anil Seth en Scientific American, la percepción es esencialmente una “alucinación controlada”: la mejor conjetura del cerebro sobre un mundo oculto tras un velo sensorial.
Sobrecarga sensorial: Nuestros sentidos entregan alrededor de 11 millones de bits de información cada segundo. Nuestra mente consciente puede manejar unos 50. El resto se filtra.
De abajo hacia arriba vs. de arriba hacia abajo: La información sensorial (luz, sonido) se combina con el conocimiento previo y la expectativa. Por eso podemos leer una palabra, aunque le falten letras, o encontrar sentido en una conversación distorsionada.
Sesgo y creencia: Si esperas que el mundo es hostil, tu cerebro notará más fácilmente la hostilidad —reforzando esa creencia.
En resumen, nunca vemos la realidad en su forma pura. Vemos una versión generada por el cerebro, moldeada por las necesidades de supervivencia, la cultura y la emoción.
El profesor Donald Hoffman sostiene que la percepción no evolucionó para mostrarnos la verdad de la realidad, sino para ocultar la mayor parte de ella y darnos solo la versión que necesitamos para sobrevivir.
Interface Theory of Perception


Nuestros ojos revelan solo la imagen externa, pero bajo la superficie yacen estructuras ocultas que también definen quiénes somos.
Mundos dentro del mundo
Nuestra percepción del mundo está fuertemente limitada por la biología. Los ojos humanos, por ejemplo, están sintonizados con una franja muy estrecha del espectro electromagnético —solo de 400 a 700 nanómetros—, lo que llamamos luz visible. Sin embargo, a nuestro alrededor existen en todo momento innumerables longitudes de onda: infrarrojas, ultravioleta, rayos X, rayos gamma y ondas de radio.
Tomemos los rayos X. Atraviesan nuestro cuerpo constantemente, sin que los veamos. Con la ayuda de máquinas, sin embargo, revelan lo que nuestros ojos no pueden: la estructura ósea bajo la piel. Los huesos siempre estuvieron allí, pero eran invisibles a la percepción sin ayuda.
O consideremos a los murciélagos. Ellos navegan su entorno no principalmente a través de la visión, sino de la ecolocalización. Perciben un mundo de paisajes acústicos que los humanos no podemos detectar, emitiendo llamadas de alta frecuencia e interpretando los ecos. De manera similar, las abejas pueden percibir patrones ultravioleta en las flores —colores invisibles para nosotros pero vitales para su supervivencia.
La realidad virtual ofrece un ejemplo moderno sorprendente. Al colocarse un visor, el cerebro responde a las ilusiones como si fueran reales: una escena aterradora puede provocar palpitaciones, sudor en las manos o gritos, aunque nada físico esté ocurriendo. La RV incluso se utiliza en terapias y en neurorehabilitación, reconfigurando el cerebro mediante entornos inmersivos. Demuestra tanto el poder como los límites de la percepción: lo que importa para el sistema nervioso no es si algo existe “allá afuera”, sino si se siente real.
Todas estas realidades —rayos X, frecuencias ultrasónicas, luz ultravioleta— existen al mismo tiempo y en el mismo espacio, pero ninguna criatura puede detectarlas todas. Cada especie habita dentro de su propia burbuja sensorial, o Umwelt, un término acuñado por el biólogo Jakob von Uexküll.
El científico cognitivo Donald D. Hoffman nos recuerda que esto no es un accidente. La percepción no evolucionó para mostrarnos toda la verdad de la realidad, sino para darnos solo la información útil suficiente para sobrevivir. En sus palabras, nuestros sentidos presentan “una interfaz simplificada”: ocultan la mayor parte de lo que existe y ofrecen únicamente la porción de la realidad que nos ayuda a navegar la vida cotidiana.
Esto significa que lo que llamamos “el mundo” es solo una versión de una realidad mucho más amplia, rica y compleja. Nuestros cerebros filtran, simplifican y presentan lo justo para que podamos actuar —pero nunca la verdad completa.
En la realidad virtual, el cuerpo reacciona a las ilusiones como si fueran reales —una prueba de que la realidad vive en el cerebro, no en el mundo.

Física Cuántica: El efecto del observador
La física también revela una realidad que no es absoluta.
- Superposición: A nivel cuántico, las partículas pueden existir en muchos estados posibles al mismo tiempo. Solo cuando las observamos “colapsan” en un estado definido.
- Efecto del observador: En el famoso experimento de la doble rendija, las partículas se comportan como ondas cuando no son observadas, pero como partículas cuando se miden. La observación cambia el resultado.
- Relatividad: Einstein demostró que incluso el tiempo y el espacio no son constantes universales, sino que dependen del marco de referencia del observador.
Estos hallazgos sugieren que la realidad no es un telón de fondo fijo. Al igual que la percepción, es relacional: está moldeada por el acto de observar.
La realidad como interacción
Cuando colocamos la neurociencia y la física una al lado de la otra, surge un paralelismo sorprendente. Así como el cerebro colapsa señales sensoriales ambiguas en una sola interpretación, las partículas cuánticas colapsan posibilidades en un estado definido cuando son observadas. Ambas revelan que la observación no es pasiva: es participativa.
Esto significa que dos personas pueden habitar el mismo entorno físico y, sin embargo, vivir en realidades diferentes. Distintas personas pueden encontrar inspiración o agotamiento en el mismo museo. Un aula iluminada con luces fluorescentes puede parecer neutra para algunos e intolerable para otros. Ambas experiencias son verdaderas porque la realidad existe en la interacción entre el mundo y la mente.

Diseñando Mundos, Moldeando Mentes
Si la neurociencia y la física nos muestran que la realidad no es fija, sino construida, entonces la arquitectura se convierte en una de las herramientas más poderosas para moldear cómo las personas experimentan el mundo. Cada decisión —la luz, el material, la disposición, la proporción— guía la interpretación del cerebro y, por lo tanto, crea una versión de la realidad para el usuario.
En este sentido, los arquitectos no son solo constructores de estructuras; son autores de realidades. Seleccionan elementos y los componen en entornos que las personas habitan, sienten y recuerdan. Una catedral, un aula o un pasillo de hospital generan cada uno una realidad distinta —no porque cambien los ladrillos, sino por cómo las mentes interactúan con ellos.
El reto, entonces, no es simplemente crear una “realidad” funcional o estética, sino elaborar una que sea significativa, más saludable y más rica. Esto significa:
- Significativa, al resonar con narrativas culturales y asociaciones personales.
- Más saludable, al reducir el estrés, apoyar el bienestar y adaptarse a la diversidad sensorial.
- Más rica, al permitir múltiples interpretaciones y experiencias inclusivas en lugar de imponer una sola verdad.
Ejemplo: En los hospitales amigables con la demencia, los diseñadores evitan los largos pasillos idénticos que confunden a los pacientes. En su lugar, las señales de color, las obras de arte y los hitos variados ayudan con la orientación. El mismo pasillo se experimenta de manera diferente dependiendo de si ofrece claridad o desorientación, recordándonos que las elecciones de diseño moldean directamente las realidades subjetivas.
Tu versión de la realidad es la interpretación que hace tu cerebro de los datos sensoriales que percibe, una especie de modelo predictivo basado en experiencias.
Conclusión: El poder de la subjetividad
De la caverna de Platón a los pasillos del Louvre, de los circuitos neuronales a los rayos X y los campos cuánticos, surge una lección: la realidad no es un objeto fijo que espera ser visto, sino una danza entre el mundo y el observador.
La verdadera obra maestra no es solo el lienzo o el edificio, sino la multiplicidad viva de realidades que surgen cuando las percibimos. Y al reconocer esto, la arquitectura adquiere su responsabilidad más profunda: diseñar no solo para una verdad, sino para muchas.
¿Qué tipo de realidad quieres crear?
Referencias
Berger, P. L., & Luckmann, T. (1966). The social construction of reality: A treatise in the sociology of knowledge. Anchor Books.
Locke, J. (1690/1998). An essay concerning human understanding (R. Woolhouse, Ed.). Penguin Classics. (Original work published 1690)
Maguire, E. A., Gadian, D. G., Johnsrude, I. S., Good, C. D., Ashburner, J., Frackowiak, R. S., & Frith, C. D. (2000). Navigation-related structural change in the hippocampi of taxi drivers. Proceedings of the National Academy of Sciences, 97(8), 4398–4403. https://doi.org/10.1073/pnas.070039597
Seth, A. K. (2021, April 1). The neuroscience of reality. Scientific American. https://www.scientificamerican.com/article/the-neuroscience-of-reality/
Ulrich, R. S. (1984). View through a window may influence recovery from surgery. Science, 224(4647), 420–421. https://doi.org/10.1126/science.6143402
Wheeler, J. A., & Zurek, W. H. (Eds.). (1983). Quantum theory and measurement. Princeton University Press. (For the observer effect and superposition debates)
Wertheimer, M. (1923/1938). Laws of organization in perceptual forms. In W. D. Ellis (Ed.), A source book of Gestalt psychology (pp. 71–88). Routledge & Kegan Paul. (Original work published 1923)
The Interface Theory of Perception. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26384988/