Neuroarquitectura: Aprendiendo de los laboratorios

Entre 2009 y 2016, el arquitecto británico Ian Ritchie fue encargado de diseñar el edificio del Sainsbury Wellcome Centre (SWC), un centro de investigación neurocientífica en Londres creado para investigar cómo los circuitos en el cerebro procesan la información para crear representaciones neuronales y guiar el comportamiento. Este edificio fue diseñado en su totalidad aplicando los principios de la neuroarquitectura y desde su inauguración ha sido galardonado con numerosos premios por ser innovador.

La idea del proyecto se originó en 2007 cuando Lord Sainsbury de Turville afanado por acelerar el avance en el estudio de los neuro circuitos, consultó con la neurocientífica británica la Dra. Sarah Caddick, quien le recomendó poner a los científicos teóricos y experimentalistas a trabajar juntos en la correlación entre la teoría y la realidad biológica.[1] Sainsbury quien había fundado la Unidad de Neurociencia Computacional Gatsby en 1998 (los científicos teóricos), aceptó la recomendación y así nació la idea.

Para el 2008, al proyecto se habían unido la Wellcome Trust, una fundación benéfica global dedicada a la investigación en salud, y la University College London (UCL), que aportaría a los científicos experimentales. Las tres partes acordaron crear un edificio nuevo en el centro de Londres que fuera ante todo funcional, ya que desde su propia experiencia, sabían de los contratiempos causados al trabajar en laboratorios que no satisfacían las exigencias. De ahí que se decidiera que el edificio se diseñara del interior hacia el exterior, dejando el aspecto estético final del edificio en un segundo plano.[2]

También acordaron que el centro debía ser adaptable a los estándares presentes y futuros con una proyección a 60 años. Adicionalmente, debían aplicarse los principios de cómo los espacios en los que vivimos y trabajamos afectan nuestros estados de ánimo y comportamiento; todo esto, en busca de aumentar la productividad. Posteriormente, el proyecto se presentó a concurso, ganando la comisión el arquitecto Ian Ritchie, quien no presentó ningún diseño, sino una propuesta para investigar y poner a prueba diferentes ideas. 

El diseño comenzó en 2009 con un proceso de investigación que se prolongó por cerca de un año en el cual un equipo conformado por neurocientíficos y arquitectos partió a visitar los principales laboratorios de neurociencia en Estados Unidos y Europa. El primer edificio que analizaron fue el Salk Institute for Biological Studies en La Jolla, California, diseñado por Louis Khan entre 1959 y 1964. Este edificio es no solo un hito de la arquitectura moderna, sino que es la sede de la Academy of Neuroscience for Architecture(ANFA) y es emblemático de la neuroarquitectura.

Las cosas que más llamaron la atención de Ritchie en el Salk Institute fueron: la planta libre, la abundancia de luz natural al interior del edificio, las vistas sobre espacios conectados con la naturaleza, muros que servían de tableros para escribir pensamientos o ideas y áreas de encuentro donde la diversa comunidad de científicos podía relajarse e interactuar. Estos aspectos habían sido introducidos por sugerencia de su fundador Jonas Salk quien a través de su propia experiencia y observaciones empíricas en los años 1950 había concluido que eran positivos para la salud y el desempeño de la mente. 

De visita en el laboratorio del Centro de Circuitos Neuronales y Comportamiento de la Universidad de San Diego, Ritchie observó que los laboratorios tenían acceso a terrazas donde los investigadores podían socializar al aire libre, hacer barbacoas, jugar tenis de mesa o tomar siestas en una hamaca. El equipo también visitó el Genentech Hall de la Universidad de California en San Francisco en Mission Bay; allí encontraron los laboratorios organizados por grupos y dispuestos alrededor de las oficinas y una cocina-cafetería, convirtiendo esta área en el epicentro de reuniones y conversaciones informales donde los científicos colaboraban. 

En contraste, en Harvard, visitaron un laboratorio recientemente renovado en donde se dispusieron las oficinas en el lado opuesto de los laboratorios, lo que en muchos casos impidió que los Investigadores Principales (PIs) estuvieran en contacto cercano con el personal de los laboratorios; esta separación entre oficinas y laboratorios creó una barrera psicológica que cortó la conexión y el intercambio de ideas. El lado negativo de esa disposición del espacio fue corroborado en la Universidad de Columbia por el Profesor Richard Axel (Premio Nobel 2004), quien charlando con Ritchie, señaló que muchas veces el trabajo en los laboratorios era lógico, repetitivo y, en general, aburrido, por lo que era esencial poder interactuar y tener conversaciones para mantener las ideas fluyendo.[3]

De vuelta en Londres visitaron los laboratorios experimentales de UCL y los de los teóricos de Gatsby tomando nota del amoblamiento, organización, requerimientos espaciales y técnicos de cada equipo. Sin embargo, el aspecto más valioso de la visita fue tener la oportunidad de hablar con estudiantes de doctorado y postdoctorado sobre sus experiencias y expectativas. Todos estuvieron de acuerdo en que la interacción social era esencial para mantener el flujo de ideas. 

“La interacción entre científicos teóricos y experimentales, de muchos países y con una amplia gama de especialidades y conocimientos, se considera clave para fomentar las colaboraciones que pueden crear el próximo avance en la neurociencia.”

Ian Ritchie – https://www.ritchie.studio/projects/sainsbury-wellcome-centre/

En el 2010, se comenzó a realizar un taller mensual con la participación de arquitectos, neurocientíficos, ingenieros y administradores para conversar sobre las necesidades de los equipos y el programa del proyecto. En estos talleres los neurocientíficos aprendieron sobre arquitectura y los arquitectos sobre el trabajo de los neurocientíficos. Estas conversaciones terminaron sirviendo como mecanismo de decisión en cuanto al diseño final del edificio.[4]

En nuestro próximo artículo veremos el proceso de diálogo y los resultados de los talleres con los neurocientíficos. 


[1] Ferry, Georgina., Neural Architects: The Sainsbury Wellcome Centre from Idea to Reality, Unicorn Publishing Group LLP, London, 2017, p. 51

[2] Sainsbury fue enfático en que el proyecto debía centrarse en ciencia y función, y no en la creación de un gran edificio icónico.  Ferry, p. 43

[3] Ferry, p. 58

[4] Ferry, p. 71

Published by Patricia Fierro-Newton

Architect and researcher based in London. I founded Neurotectura to explore how architecture can support neurodivergent lives through more empathetic and inclusive design.

One thought on “Neuroarquitectura: Aprendiendo de los laboratorios

Leave a comment