Se sabe que los ambientes de trabajo pueden ser estresantes y que afectan nocivamente el rendimiento cognitivo, el comportamiento y la salud de las personas.[1] Estudios han encontrado que la exposición prolongada al estrés afecta la neurogénesis y conduce a la pérdida de neuronas, dando como resultado la reducción del tamaño de partes del cerebro como el hipocampo. La reducción del hipocampo es algo que se encuentra en pacientes con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.[2]

Por esto, no sorprende que en el diseño del Sainsbury Wellcome Centre (SWC), la reducción del nivel de estrés se considerara uno de los objetivos principales. Las investigaciones han mostrado que la luz natural, la reducción de los niveles de ruido, las vistas a espacios exteriores, el uso de ciertos colores y el contacto con la naturaleza pueden tener efectos calmantes. Al mismo tiempo, fortalecer las relaciones con colegas a través de actividades sociales sencillas como tomar un café, almorzar juntos y charlar ayuda también a disminuir el estrés.
La fachada
El Dr. Russell Foster, profesor de Neurociencia Circadiana en Oxford y miembro del Consejo de Gobierno de SWC, trabajó con el arquitecto Ian Ritchie y su equipo sobre cómo el edificio podría afectar los ciclos circadianos de los usuarios del centro. Foster explica cómo la falta de luz o la alteración en los patrones de luz natural causan interrupciones en el ritmo circadiano, alterando el sueño y desencadenando problemas de salud. El jet lag (o síndrome de los husos horarios) es un ejemplo de la falta de sincronización entre el reloj biológico y el ambiental; produciendo: fatiga, insomnio, desorientación, dolores de cabeza, trastornos del estado de ánimo, disminuyendo la capacidad cognitiva.

El reloj circadiano regula la temperatura corporal central del cerebro, la actividad de las ondas cerebrales, la producción de hormonas, la regeneración celular y otras actividades biológicas. Además, un ritmo circadiano saludable ayuda a dormir bien y esto es vital para la salud y la productividad, ya que esta es una de las actividades más críticas para el beneficio del cerebro. Durante el sueño, el cuerpo realiza una gran variedad de funciones esenciales de “limpieza”, sin las cuales el rendimiento y la salud durante la fase activa se deterioran rápidamente.[5]
“En tan solo cien años, los seres humanos han abandonado su necesidad biológica de un sueño adecuado, el cual la evolución pasó 3.400.000 años perfeccionando para apoyar las funciones vitales. Como resultado, la interrupción del sueño en todas las naciones industrializadas está teniendo un claro impacto en nuestra salud, esperanza de vida, seguridad, productividad y la educación de nuestros hijos.”
Dr. Matthew Walker, Why We Sleep, Penguin Books Ltd. Kindle Edition. p.340
Por esta razón, Ritchie más allá de preocuparse porque la fachada fuera aislante, cumpliera con las normas y fuera estéticamente agradable, se propuso que dejara entrar la mayor cantidad posible de luz natural como un efecto terapéutico. Ritchie reflexionó sobre cómo la fachada podría permitir ciclos de luz natural adecuados en el edificio, particularmente durante el invierno, cuando las personas pasan mucho tiempo en el interior.[6] Ritchie optó por una serie de paneles de vidrio fundido (no trasparente) con bajo contenido de hierro y con aislamiento térmico blanco, que difuminara la luz natural en el interior para evitar el deslumbramiento y dar privacidad.
El color
El Dr. Russell Foster y sus hallazgos también tuvieron impacto en el uso del color, ya que según su investigación, no solo la luz, sino también los colores pueden afectar el estado de alerta y la eficiencia al realizar diversas tareas. De tal manera que la exposición a varios colores (o a luces de colores) puede alterar ligeramente la frecuencia cardíaca, la presión arterial y los estados de ánimo. De acuerdo con Foster, el color azul 480 nanómetros (un color que se puede apreciar en el cielo de la mañana) es el color que hace al cerebro estar más alerta, y por esta razón, fue el color elegido para pintar diferentes partes del edificio.[7]


Interacción y colaboración
Aunque es difícil predecir dónde las personas deciden interactuar, la estrategia en este sentido se basó en proporcionar un número significativo de lugares donde los científicos pudieran encontrarse casualmente e iniciar conversaciones. Como todos deben moverse por el edificio, el sistema de circulación se convirtió en la opción obvia para ofrecer esos espacios. A lo largo de los corredores, se ubicaron áreas amuebladas con sillas y sofás que invitan a hacer un alto y socializar. La escalera principal, a la que llamaron ‘Hilo de Ariadna’, tiene la barandilla pintada de amarillo, y los descansos son más anchos de lo normal para permitir que los científicos se puedan quedar conversando ahí cuando se encuentren, sin interrumpir el tráfico.


Uno de los puntos en los que más insistieron los financiadores fue en que el edificio debía tener una cantina; un lugar para que todos los que trabajan en el edificio (técnicos, cuidadores de animales, directores y científicos) compartieran ese tiempo de comer de una manera relajada. Hacer una cantina parecía algo innecesario porque el SWC se encuentra en la zona central de Londres con una gran cantidad y variedad de cafés, pubs y restaurantes. Sin embargo, almorzar juntos, tomar un café era la mejor oportunidad para ayudar a fortalecer las relaciones, reducir el estrés y mantener el flujo de ideas dentro de la comunidad científica.


Otra decisión importante fue liberar el techo del edificio para convertirlo en una terraza jardín con un salón de conferencias y una cafetería. Ritchie quería un espacio al aire libre donde todos los usuarios del edificio pudieran recibir luz natural directa, disfrutar de la vista sobre la ciudad y tener contacto con la naturaleza. Esta decisión de diseño significó que los ingenieros de Arup tuvieran que diseñar un sistema innovador de ventilación con sopladores, no en la cubierta, como es costumbre, sino en los lados del edificio.

El diseño del SWC fue un proceso lento y costoso en muchos aspectos. Sin embargo, los financiadores del SWC sabiendo de la incidencia de los ambientes construidos en el cerebro, no escatimaron en gastos y tuvieron claro que el edificio debía promover la salud mental de los usuarios. A largo plazo, esto tiene un impacto en el aumento de su productividad, lo cual es lo realmente importante al crear un centro de investigación.
En nuestro próximo artículo veremos otros elementos relevantes de este edificio como el diseño de los laboratorios y oficinas, buscando la flexibilidad de estos espacios para acomodar las necesidades individuales de los usuarios.
[1] El rendimiento cognitivo hace referencia a las habilidades y capacidades que tiene nuestro cerebro para funcionar y trabajar con la información que va recibiendo a través de los cinco sentidos.
[2] El Alzheimer suele iniciarse en el hipocampo y esta parte del cerebro tiene incidencia sobre el aprendizaje, la memoria, las emociones y los mapas cognitivos del espacio. A medida que la enfermedad avanza, otras regiones cerebrales se van afectando.
[3] Foster R; Kreitzman L. Circadian Rhythms: A Very Short Introduction. OUP Oxford. Kindle Edition, p. 1
[4] Jet lag, se produce tras un vuelo transoceánico o que cruza más de 5 husos horarios en donde el reloj interno de la persona tiende a prevalecer frente al del nuevo huso horario del destino.
[5] Hay 17 trastornos del sueño, 4 de los cuales han sido etiquetados como trastornos del ritmo circadiano del sueño (SCRD en inglés). Un tercio de los adultos en los países occidentales tienen problemas con el inicio o mantenimiento del sueño al menos una vez a la semana y sufren deterioro del bienestar diurno y el funcionamiento cognitivo. Con la edad, la función del reloj interno cambia alterando los tiempos de sueño y vigilia causando problemas de consolidación de la memoria.
[6] Cabe señalar que los ritmos circadianos no son impulsados por un ciclo externo, sino que se generan internamente y luego se sincronizan con el ciclo día-noche.
[7] Existe una creciente preocupación por la disrupción de los ritmos circadianos causada por dispositivos electrónicos que se recomienda reducir su exposición a la luz azul que emiten durante una o dos horas antes de acostarse.
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