Arquitectura y bienestar: La conexión vital

La educación del arquitecto

“The architect should have a knowledge of the study of medicine, due to the questions of various climates (in Greek climata) of air, the healthiness, or unhealthiness of sites, and the quality of their waters. Without taking these aspects, the healthiness of the dwelling cannot be assured.”

Marco Vitruvio — Diez libros de arquitectura —Siglo I A.C.
Libro i — De la educación del arquitecto

Diseñando espacios más limpios y saludables

Sin embargo, fue después de la Revolución Industrial de 1760 cuando la higiene y la salud se convirtieron en cuestiones de máxima importancia en la arquitectura y la planificación urbana. Aunque la Revolución Industrial trajo muchos beneficios, también generó desafíos, como la migración masiva de poblaciones rurales a las ciudades en busca de un futuro mejor. Los centros de Londres y París comenzaron a expandirse de manera incontrolada, sin una regulación o infraestructura adecuadas. Como consecuencia, a pesar de los avances tecnológicos y científicos, los problemas de salud se vieron agravados por la contaminación, el hacinamiento y las epidemias.

Aunque los movimientos higienistas y progresistas trajeron mejoras en la infraestructura sanitaria—como el desarrollo de acueductos, espacios públicos y viviendas con mejor ventilación, iluminación y baños—estos cambios se limitaron a las áreas y hogares de la burguesía. La mayoría de la población carecía incluso de la infraestructura más básica para la higiene y la salud. Esta situación solo comenzó a cambiar al final de la Primera Guerra Mundial, cuando estalló la pandemia de gripe española.

“El desarrollo de la arquitectura moderna revolucionó nuestras ciudades y lugares de trabajo, y sus principios de diseño no solo reflejaban el progreso en la ciencia, la salud y la igualdad social, sino que también estaban destinados a fomentar estos ideales.”

Erin Migdol — What is modern architecture anyway.

La devastación causada tanto por la guerra como por la pandemia llevó a una depresión económica sin precedentes. Los países quedaron endeudados, muchas ciudades e infraestructuras fueron destruidas y, aunque la reconstrucción inmediata era necesaria, la pandemia agravó aún más la ya precaria situación debido a la escasez de mano de obra. Al reconocer que la salud era un factor clave para la prosperidad de las naciones, los gobiernos comenzaron a tomar la salud pública mucho más en serio en sus políticas.

Durante el período de entreguerras, la arquitectura y el diseño modernistas, en particular la Bauhaus, surgieron en Europa como respuesta a las crisis sociales, políticas y económicas. Los arquitectos modernistas vieron en la reconstrucción una oportunidad para adoptar nuevos ideales influenciados por el progreso científico y tecnológico, así como por el pensamiento socialista, rechazando las formas del pasado. La idea de “limpieza” buscaba la simplicidad en el diseño, eliminando la decoración superflua para combatir los microorganismos.

Si bien la arquitectura modernista ayudó a crear vivienda social al democratizar los beneficios de una adecuada red de carreteras, alcantarillado, agua potable, baños, cocinas, ventilación, electricidad y espacios verdes—mejorando así la salud y aumentando la esperanza de vida de millones de personas—persisten ciertos problemas en torno al concepto de bienestar. De hecho, una de las críticas más comunes a la arquitectura moderna es su falta de “humanismo”; para muchos, menos no es más, sino simplemente menos.

A pesar de los avances en saneamiento, el bienestar mental representa un nuevo desafío de salud en el siglo XXI, con niveles crecientes de estrés, tasas de suicidio y enfermedades neurodegenerativas. A medida que las poblaciones urbanas crecen y pasamos alrededor del 90% de nuestro tiempo en espacios interiores, es fundamental mejorar nuestros entornos construidos para favorecer la salud psicológica y emocional.

Pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores, y más del 55% de la población mundial vive actualmente en zonas urbanas, una cifra que se espera alcance el 70% para 2050. Sin embargo, a pesar de estar rodeados por el entorno construido durante la mayor parte de nuestras vidas, a menudo subestimamos su profundo impacto en nuestra salud mental y física.

Salud mental: El desafío del siglo XXI

Hoy en día, la ciencia nos dice que la salud mental es tan importante como la salud física, y que ambas están profundamente interconectadas. Estudios indican que el estrés crónico y un bienestar mental deficiente pueden contribuir a problemas de salud física, como enfermedades cardiovasculares, debilitamiento del sistema inmunitario y un aumento de la inflamación (Harvard Medical School, 2021).

Guia para ciudades saludables
Fuente: Centre For Urban Design And Mental Health

A medida que la urbanización se acelera y más personas pasan su vida en interiores, nuestro entorno determina cada vez más nuestro bienestar. Los espacios mal diseñados —caracterizados por una iluminación inadecuada, el hacinamiento y la contaminación acústica— se han asociado con niveles más altos de estrés, fatiga cognitiva y ansiedad. Por el contrario, el acceso a la luz natural y a espacios verdes ha demostrado reducir los niveles de cortisol, disminuir la ansiedad y mejorar la función cognitiva.

“La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico.”

World Health Organization

A medida que seguimos dando forma a las ciudades del futuro, es esencial que arquitectos, urbanistas y responsables de políticas prioricen el bienestar mental en sus diseños. La ciencia nos confirma que el entorno construido influye en nuestros pensamientos, memoria, emociones, salud mental y bienestar general. No es solo un telón de fondo en nuestras vidas; moldea activamente nuestra experiencia diaria, afectando desde nuestra concentración y productividad hasta nuestros niveles de estrés y felicidad.

En nuestro próximo artículo, exploraremos la Psicología Ambiental y la Psicología de la Arquitectura, dos campos dedicados a comprender cómo el diseño influye en el comportamiento humano y el bienestar. Invitamos a arquitectos y diseñadores a profundizar en estos temas, ya que integrar estos conocimientos en sus proyectos puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida de las personas y en la creación de espacios más saludables y humanos.


Referencias:

Published by Patricia Fierro-Newton

Architect and researcher based in London. I founded Neurotectura to explore how architecture can support neurodivergent lives through more empathetic and inclusive design.

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