Neurociencia ambiental: como herramienta de diseño urbano y la arquitectura

El desarrollo cerebral depende tanto de factores genéticos como del entorno en el que crecemos, y ambos son cruciales para un desarrollo óptimo. A nivel genético, heredamos predisposiciones que pueden influir en áreas como la inteligencia, el temperamento y ciertas habilidades cognitivas. Sin embargo, el entorno tiene un papel determinante en la forma en que estas capacidades se manifiestan y optimizan.

En un mundo donde la mayoría vivimos en ciudades, entender el efecto del entorno respaldado por investigación científica, se está convirtiendo en una herramienta importante de diseño. Este enfoque, que combina principios de la neurociencia, arquitectura y el diseño urbano, se centra en cómo los estímulos del entorno, como la luz, el sonido, la temperatura, el color, la sociabilidad y el acceso a la naturaleza, afectan nuestro sistema nervioso.

“A nivel mundial, 1 de cada 8 personas (aproximadamente 970 millones) vive con algún trastorno mental, siendo los trastornos de ansiedad y depresión los más comunes.”

Informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 2022

Utilizar esta información en el diseño de ciudades y edificios puede ayudarnos a crear entornos que se adapten a las necesidades cognitivas y emocionales de las personas. Esto significa que podemos diseñar espacios que fomenten la relajación y la productividad, y que reduzcan problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, mejorando así el bienestar de los habitantes urbanos.

El poder de la naturaleza.
El estudio de Roger S. Ulrich (1984) mostró que los pacientes en un cuarto de hospital con vista a la naturaleza se recuperaron más rápido de una cirugía. Estos pacientes necesitaron menos analgésicos y redujeron su estancia hospitalaria en un 8,5 % en comparación con aquellos que solo veían una pared.

Tres lecciones sobre el impacto de los estímulos urbanos en el cerebro.

Las ciudades suelen ser entornos densos y estimulantes, con ruido constante, tráfico y espacios abarrotados. Esta sobre estimulación puede llevar a la fatiga mental y, a largo plazo, a problemas de salud mental. La neurociencia ambientalista investiga cómo el cerebro responde a estos estímulos y a cómo mitigar sus efectos negativos a través del diseño urbano.

Por ejemplo, se ha demostrado que la exposición constante al ruido urbano aumenta los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que tiene un impacto directo en la salud mental y física. Los entornos urbanos también suelen estar dominados por estructuras grises y poco variadas, lo que afecta negativamente a nuestro estado de ánimo. Por otro lado, la presencia de naturaleza y colores vivos puede estimular la liberación de dopamina, que mejora el bienestar.

1. Integración de la naturaleza: biofília en el diseño urbano

El diseño biofílico no solo se trata de añadir naturaleza de manera estética, sino de entender cómo cada elemento interactúa con el cerebro humano. Un espacio verde bien diseñado, con senderos y áreas de descanso, puede reducir la presión arterial y mejorar la concentración y el rendimiento cognitivo de los habitantes urbanos.

2. La luz natural y su importancia en la regulación de los ritmos circadianos

La iluminación es otro factor clave que la neurociencia ambientalista destaca en el diseño urbano. La exposición a la luz natural regula nuestro reloj biológico, mejorando el sueño, el estado de ánimo y los niveles de energía. Las ciudades que priorizan la entrada de luz natural en los edificios y espacios públicos están fomentando una mejor salud física y mental para sus ciudadanos. La arquitectura puede adaptarse a este principio mediante ventanas amplias, techos altos, y el uso de materiales que reflejen y difundan la luz de manera uniforme.

3. Espacios públicos y comunidad: el diseño que fomenta la cohesión social

La neurociencia ambientalista también estudia cómo el diseño de los espacios urbanos influye en el comportamiento social. Espacios públicos como plazas, parques y áreas de recreación bien diseñados pueden fomentar la interacción social, reducir la soledad y construir comunidades más fuertes. Al entender cómo los entornos afectan nuestras interacciones, los urbanistas pueden crear espacios que promuevan la cohesión social y el sentido de pertenencia, ambos fundamentales para el bienestar mental.

Las ciudades tradicionales combinan historia, cultura y arquitectura, generando una profunda sensación de pertenencia y autenticidad tanto para sus habitantes como para los visitantes. En cambio, los desarrollos modernos, al priorizar funcionalidad y crecimiento económico, pueden llegar a alienar a las personas. Por ello, es esencial buscar un equilibrio que mantenga la identidad cultural y la conexión emocional, sin sacrificar la eficiencia ni el progreso.
Imagen generada por IA.

En conclusión, la neurociencia ambientalista nos brinda una valiosa herramienta para crear ciudades más humanas, donde el diseño urbano no solo responde a las necesidades funcionales, sino también a las emocionales y psicológicas. En un momento en que la salud mental se ha convertido en una preocupación global, adoptar un enfoque que integre la neurociencia en el diseño de ciudades puede ser clave para producir entornos que fomenten una mejor calidad de vida.


Referencias

Published by Patricia Fierro-Newton

Architect and researcher based in London. I founded Neurotectura to explore how architecture can support neurodivergent lives through more empathetic and inclusive design.

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